Cada mañana es arropada por nubes grises, busco en cada uno de mis recuerdos alguna expectativa que me hiciere razonar aquel error, sin duda, intento rectificarlo pero no puedo. Me miro al espejo con desconfianza preguntando ¿Quién soy yo? será que soy el condicionamiento social que me han impuesto, o estoy siendo yo mismo. La verdad intento encontrar respuestas todos los días, mi felicidad está siendo bifurcada por una serie de sucesos que aunque pueden compararse con problemas, pueden llegar a ser irrelevantes y fortuitos.
Cada vez las personas son más carentes de moralidad, son laberintos de veneno espeso que pueden llegar afectarnos de manera intrínseca nuestro estado mental y emocional. Pueden condicionarnos a vivir momentos que con solo recordarlos pueden generar un torbellino de emociones. Pueden convertirse en el punto de inflexión de nuestra propia identidad.
Tal vez no eres lo que dicen con solo mirarte, eres más, el tiempo puede llegar a borrar aquellos recuerdos que intentaron dañarte, pero también te ayudará a levantarse de las peores caídas. Mi padre recitaba en sus momentos de lucidez una frase de Allan Poe: "Cuando un loco parece completamente sensato, es el momento de ponerle la camisa de fuerza"
Sin duda a llegado mi hora, conseguí la llave maestra para abrirle la puerta a diversos mundos, mi felicidad depende de lo que yo quiero en realidad. Ya las frases motivantes sólo son expresadas por gente más muerta que yo, así que tomé mi rumbo. Me liberé, comencé a escribir todo lo que por dentro me destroza. Encontré la felicidad en plasmar un eco existencial, en deambular por mi imaginario y no dejar que el punto de inflexión me lleve directo a la depresión. Convivo día y noche con el insomnio, lucho cada trazo del reloj contra mi ansiedad, así que no dejaré que nada ni nadie me construyan mi propio camino.
Autor: Franklin Sayago 01/02/2020
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